Jill AnnieMargaret combina la fiscalidad de los procesos de grabado con la colección, la interpretación y la instalación, explorando las secuelas del trauma personal y social. Su trabajo cuestiona y responde a la agitación, transmutando y transformando experiencias desafiantes en espacios u objetos de sanación, maravilla o espectáculo.
La huella de la piel humana, las reliquias y el cabello se alinea con la odisea somática y no verbal del trauma. Puente de la degradación ambiental y el sufrimiento humano en los Estudios de Trauma. Los líquenes absorben y retienen los contaminantes atmosféricos durante décadas. La presencia a largo plazo de compuestos como isótopos radiactivos ha sido documentada por científicos en altas concentraciones de follaje de líquenes, lo que sirve como evidencia de traumatismos causados ​​por humanos en el medio ambiente. Si está enterrado, no se reclama o no se examina, el trauma se incrusta en el tejido hasta que sale por la fuerza, provocado por un sonido, olor, ubicación u otro estímulo. El trauma exige reconocimiento, si no a través de medios saludables, a través de la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias.

JILL SOBRE JUNTOS A LA DISTANCIA: #REFUGIO
El creativo y enérgico equipo de ´ace organizó una increíble residencia. Siendo una ex alumna ´ace, sabía que el programa estaría bien organizado, pero no estaba segura de cómo tomaría forma como un evento remoto. Cada semana, el personal de ´ace presentaba materiales relevantes, críticamente sólidos y estimulantes que han encendido, inspirado y nutrido mi práctica. Mi trabajo y mi práctica se expandieron en nuevas direcciones conceptualmente y me presentaron a pensadores y artistas cuyo trabajo influirá en el mío en el futuro.
Nuestra cohorte estaba compuesta por artistas que vivían en siete zonas horarias diferentes y en todo el mundo. En el lapso de cuatro encuentros, ´ace creó el espacio y el contexto para que una comunidad maravillosa se desarrolle, emerja y continúe en el futuro. Mis pensamientos sobre el refugio tomaron dos caminos diferentes. Durante el verano de 2020 estuve clasificando, organizando y depurando mis pertenencias. La casa en la que vivo fue construida en 1940 y tenía un armario sin terminar en el sótano. Durante la residencia lo destripé y demolí, quitando la vieja madera mohosa y los escombros, preparándome para reconstruirlo. Mientras la pared estaba abierta, instalé una cápsula del tiempo. Incluía una nota escrita a mano sobre la pandemia, un poema de Seamus Heaney, “Gifts of Rain”, dos grabados en linóleo y 75 centavos de dólar. Agregar la poesía a mi refugio literal fue un gesto esperanzador, pero que reconoce una vida y un tiempo más allá del mío.

Al ampliar mis pensamientos sobre el refugio, el agua surgió como algo importante y que lo abarcaba todo. La natación ha sido un refugio de refugio físico, mental y emocional para mí durante toda mi vida adulta. La pandemia ha amplificado este hecho, pero las rutinas normales de natación en piscina no son posibles en este momento, así que me dediqué a nadar en aguas abiertas. En el agua, disfruto ser ingrávido y moverme como un delfín. Si bien experimento algo de ansiedad, el tiempo en él restablece mi estado de ánimo y genera una mayor apreciación por la vida. Para capturar la experiencia de refugio del agua, adquirí una cámara a prueba de agua y la llevé al estanque y al depósito. Las imágenes resultantes revelan algunas de las experiencias visuales de un nadador, pero también amplifican el aislamiento físico y la pequeñez de un humano durante una pandemia.