Elizabeth Haigh es una artista australiana que trabaja en pintura, grabado, textiles y fotografía para crear narrativas que resalten las huellas ambientales que se ven influenciadas por nuestra existencia contemporánea. Su práctica encarna el amor y el respeto por la Tierra y utiliza esas emociones para explorar y expresar las huellas del tiempo y de la memoria.

En consonancia con su pasión por los materiales encontrados y de origen local, Elizabeth llegó a ´ace después de completar un viaje a la Puna argentina, donde ella y Karen Landt-Isley, su socia artística y colega, tomaron imágenes que luego se usarían en nuestro Taller para su proceso creativo. Navegando por las cuestiones técnicas, estéticas y conceptuales que la atraen, Elizabeth manifiesta sus sentimientos sobre un entorno cada vez más vulnerable a través de una variedad de procesos experimentales de estilo libre y poco ortodoxos, que a menudo combinan pintura, grabado, fotografía y bordado. Atenta a las preocupaciones emergentes del Antropoceno, impregna su trabajo con el espíritu de la sostenibilidad.

Elizabeth vino a ´ace para hacer una Residencia de Producción en nuestro Taller. En sus propias palabras: “Mi práctica rinde homenaje a la tierra viva, los ritmos delicados y su vulnerabilidad. El amor y el respeto por la Tierra y nuestra relación cambiante con el medioambiente es el enfoque de mis obras. Durante la residencia, aprendí procesos de impresión de carborundum y aguatinta, otras formas de crear monotipos, y experimenté con pigmentos naturales de la Tierra. También, desarrollé mi trabajo utilizando las prácticas artísticas actuales de combinar papel, tela y puntada para producir obras con una variedad de texturas. Finalmente, tuve la oportunidad de presentar mis piezas como una instalación”.

A través de procesos de impresión de carborundo y aguatinta, Elizabeth capturó las cualidades tonales de las formaciones rocosas y los horizontes volcánicos de su viaje, experimentando con diferentes papeles—con preferencia por los papeles japoneses transparentes, dada su naturaleza delicada y liviana. La artista logró convertir bocetos de acuarela en monotipos, aplicando colores directamente a la placa y reflejando efectivamente la diversa paleta de colores de La Puna, al superponer imágenes multicolores en papel y tela, lo que le permitió intensificar los colores en áreas específicas; además, el uso en capas de técnicas de repujado, rasgado y bordado, junto con la exploración de pigmentos naturales a través de la serigrafía y la pintura, agregaron texturas a sus obras. La instalación se completó con un formato alargado y la inclusión de esculturas blandas que se asemejan a formaciones de nubes únicas, todas cosidas con hilo de plata.