Habiendo crecido en un entorno de granja, maquinarias y campos de arándanos, en su obra, Carter investiga su propia crianza evocando temas de género, cuento de hadas, crecimiento a nivel familiar e individual. Retrata la figura humana en una dinámica de encuentro de emociones, identidades y relaciones psicosociales.

Las composiciones revelan a los personajes involucrados en una narrativa ambigua, cada figura es representada con rasgos detallistas, ya sea en su expresión facial, lenguaje corporal o vestimenta pero a su vez están rodeadas por atmósferas vacías. Se presentan en un vacío o espacio en blanco mental, generando escenas oníricas y surrealistas.

Durante su residencia Alexandra trabajó en el espacio de la Torre investigando en la producción de una imagen en la que aunó sus inquietudes conceptuales y técnicas.

EN LA DERIVA (por Alexandra Carter)

Estoy interesada en retratar a la figura humana dentro de una dinámica de emociones, identidades y relaciones psicosociales concurrentes. Mientras investigo mis propias raíces, evoco temas de género, los cuentos de hadas, la familia y mi propio crecimiento personal.  Las composiciones muestran personajes involucrados en una narrativa ambigua aunque cada figura se concreta en detalles como la expresión facial, el lenguaje corporal y el vestido. Yo misma soy la modelo de muchos de estos personajes, utilizando mi identidad femenina en el contenido conceptual de mi trabajo.

Mi trabajo reciente evidencia una conexión profunda con mis orígenes familiares y la cultura agrícola que definió mi infancia: siendo la hija de un granjero cultivador de arándanos, crecí en medio de un mundo de botas de goma, mecánica compleja y canteros de frutos rojos. A través de mis composiciones, revisito ese ambiente al mismo tiempo que denoto la tensión emocional que está indisolublemente unida a la familia.

En En la deriva -la serie de obras que comencé en ´ace– vuelvo a re-imaginar la Ofelia de Shakespeare, en un contexto intensamente personal. A lo largo de la historia de la pintura la temática del auto-sacrificio de Ofelia ha sido ampliamente retomada. Sin embargo, mi obra la reinventa de otra manera, a través de la desaparición de lo patético, refiriéndome a mi misma como en medio de la pileta de arándanos -un icono de la cosecha de estos frutos-.

Cada obra se realizó utilizando tintas de color sobre capas de film poliéster. La pintura en ambos lados de cada hoja, y usando entre dos a tres hojas por obra, me dio la oportunidad de experimentar con la profundidad obtenida a través de las capas esmeriladas, translúcidas, trabajando para resaltar la calidad etérea y a la vez siniestra de las figuras y su entorno.

El emparejamiento de las imágenes de Ofelia y los frutos rojos salpicados/desparramados pone de relieve las connotaciones viscerales del trazo/marca pictórica, así como también su conexión con el mundo de lo natural. El sufrimiento, la debilidad, y la locura -sólo algunas de las características que a menudo son atribuidas a la historia de Ofelia- pueden ser interpretadas en dicotomía con la auto-conciencia, la autonomía y la sensualidad.

A través de las convenciones estéticas adjudicadas a Ofelia (la figura flotante, sus expresiones faciales ambivalentes), así como aquellas en el esquema de mi propia obra, es que me apropio del exceso retórico de este personaje literario, en un diálogo con mi propia historia.